A pesar del tiempo transcurrido, el recuerdo
de siglos de trata no ha permitido borrar la
esclavitud del imaginario del Caribe y de
África. Tales siglos no han caído en el olvido,
aunque los huesos de los esclavizados y esclavizadores
sean polvo. Volver a ese pasado de represiones, de
violaciones, de miembros mutilados, de látigo y cepo
es una constante en la literatura.
En esos tiempos, las mujeres negras eran secuestradas
Visión de las aldeas, a lo largo de los ríos africanos, y obligadas
a emprender el interminable viaje hacia la costa,
hasta la factoría. Compradas y vendidas, poseídas o
de la mujer violadas, tuvieron que utilizar la astucia y la paciencia
para imponer su voz, para preservar a sus hijos. El as
van a modelar el rostro de las Antil as e imprimir a la
negra sociedad las marcas paradójicas de sus estrategias para
sobrevivir:
Carne sometida, objeto de todos los deseos y portadoras de todas
en la poesía las vergüenzas. Mujeres que dieron a luz frutos mestizos del nuevo
mundo criol o, Brujas envenenadoras y reinas sin nombre.
Mujeres caídas.
Mujeres-llamas, en la noche sin luna de la esclavitud,
manteniendo en alto la esperanza.
Mujeres traidoras, usureras de lo obscuro, recelosas de ínfimas
Mirta Fernández Martínez
victorias y de miserables conquistas.
Mujeres yunques
Escritora y traductora.
Mujeres cimarronas
Mujeres vientres
Mujeres ogresas.1
El tema de la mujer negra adquiere particular
relevancia en la poesía de África y del Caribe sobre
todo en las primeras décadas del siglo xx. Sin embargo,
no hay nada nuevo bajo el sol: ya en el Cantar de los
cantares el rey Salomón canta a la reina de Saba: «Mi
negra y bel a», le dice. Con gran fuerza muchos poetas
representan el cuerpo femenino en su relación con el
masculino de forma sensual y motivante, haciendo
de la mujer negra el ideal de feminidad y de lo negro
símbolo de vitalidad y de belleza clásica subvirtiendo
así el canon centrado en la mujer blanca.
Al respecto, Charles Baudelaire fue un precursor
dentro de la poesía francesa, porque en lugar de
ensalzar a la mujer blanca en Las flores del mal (1857),
dedica varios de sus poemas a cantar la belleza y
sensualidad de su amante, una mujer haitiana. Poeta
«maldito», irrespetuoso de los valores burgueses de la
sociedad europea del siglo xix, sus poemas son flores
«del mal». Del color de la piel de su amada dice: «¡Es
el a! Negra y sin embargo luminosa», lo que transgrede
el gusto y la moral burguesa imperantes:
Extraña deidad, morena como las noches,
De perfume mezclado de musgo y de habano,
Obra de algún obi, Fausto de la sabana,
Bruja de flancos de ébano, hija de negras noches.2
Mención en el Premio Temas de Ensayo 2011, en la modalidad de
Estudios sobre arte y literatura.
Visión de la mujer neg
n. 71: 137-145, julio
ra en la poesía
-septiembre de 2012
137

Califica a su amante de «extraña deidad» (a la
¡Oh negra densa y bárbara! Tu seno
mujer blanca se le decía «diosa») y compara su piel
esconde el salomónico veneno.
con la noche; su perfume es el de olores que no son
y desatas terribles espirales,
cuando alrededor del macho resistente
considerados tales; es una bruja, pero su sed de el a
te revuelves, porosa y absorbente,
no se agota, la sensual forma de caminar le inspira
como la arena de tus arenales.6
otro poema:
En «Pueblo negro» (1925), otro de sus poemas, dice:
Viéndote caminar cadenciosamente,
Es la negra que canta
Con bel o abandono,
su sobria vida de animal doméstico;
Se diría una serpiente que baila
la negra de las zonas soleadas
En la punta de un bastón.3
que huele a tierra, a salvajina, a sexo.
Es la negra que canta.7
Baudelaire, por otra parte, comprende la angustia
de la mujer africana l evada por la fuerza a otras tierras
Ya en los años 20 se arma la rumba; orquestas y
para ser esclavizada. En su poema «El cisne» muestra
parejas de baile integradas por hombres y mujeres,
su compasión:
negros o mulatos, riegan su ritmo por el mundo. El
movimiento de la poesía Negrista, cubana, antil ana,
Pienso en la negra, consumida y tísica,
o latinoamericana lo refleja en innumerables poemas
Resbalando en el fango, y buscando, la mirada extraviada,
Los ausentes cocoteros de la soberbia África
en los que, además, el tema de la mujer negra es
Detrás de la inmensa mural a de la niebla4
una constante, siempre visto a través del mito de la
sensualidad e incluso de la lubricidad, y se exalta, por
Si miramos hacia las Antillas, el precursor del
otro lado, su gracia y sentido del ritmo al bailar la
tema fue el importante poeta haitiano Oswald Durand
rumba, la conga o el son.
(1840-1906); muy famoso porque al cantar a la mestiza
Este movimiento Negrista, de simpatía y de
en el poema «Choucoune» hace uso, por primera vez
celebración de su música, sus bailes y formas de vida,
en la poesía caribeña, de la lengua creole o criol a. En
cubrió la década de los años 20, y un poco más al á, en
él, el poeta se enamora de la mestiza Chocoune, quien
todas aquel as regiones de América Latina en las que la
lo deja por otro, un blanco. Este poema, considerado
huel a africana se convierte en un elemento definitorio
monumento cultural en Haití, ha dado lugar a una
y constitutivo de la identidad. Uno de los poemas más
línea de desarrol o de la canción popular haitiana, que
logrados es «La rumba» (1928), de José Zacarías Tal et,
tiene como centro a la mujer de ese país.
por su sentido onomatopéyico del ritmo y su poder
Durand dedicó además a la mujer negra su poema
descriptivo:
«Nuestras campesinas»:
Zumba, mamá, la rumba y tambó
No iré, dejando el Nuevo Mundo,
Mabimba, mabomba, mabomba y bombó.
A tocar mi luth para la blanca de ojos azules,
Cómo baila la rumba la negra Tomasa
Para la castaña, pelirroja, o rubia,
Cómo baila la rumba José Encarnación.
Pálidas bajo su nebuloso cielo…
[…]
Pero a mi negra
La negra Tomasa, con lascivo gesto,
Cuya loca caricia
hurta la cadera, alza la cabeza,
Pone ebrio mi corazón
y en alto los brazos, enlaza las manos,
Versos de dulce sonido,
en el as reposa la edónica nuca
Cantaré.
y, procaz, ofrece sus senos rotundos,
Cantaré sus labios
que, oscilando de diestra a siniestra,
Que nunca me cansan
encandilan a Chepe Chacón
Y me dan fiebre
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui
Y sus encantadores
Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui.8
Tormentos.
Nuestro Nicolás Guillén en Motivos de son (1930)
Nada es tan bel o como nuestras campesinas
también aborda la temática de la mujer y el hombre
De frente quemada por el sol
negros, pero desde una perspectiva distanciadora
De dientes blancos que parecen
provocada por la guasa, la burla o choteo sobre el
Perlas encerradas en lo carmesí
Chune, la negra, de boca lasciva.5
cuerpo y las características de su fisonomía. En «Si tú
supiera…» se critica a la mujer negra que solo quiere
Otro poeta destacado, el puertorriqueño Palés
divertirse y actúa por interés. La dicción reproduce la
Matos, escribe en 1917 el poema «Danzarina africana»,
forma del habla popular y contribuye a darle un ritmo
en el que también exalta a la mujer negra en su relación
de son al poema:
sensual-sexual con el sujeto masculino. En este poeta
percibimos la visión tradicional del hombre blanco, la
¡Ay , negra
Si tú supiera!
mirada lujuriosa hacia la hembra que encarna para él
Anoche te bi pasá
algo instintivo, salvaje, bárbaro y primitivo:
Y no quise que me biera.
138 Mirta Fernández

A é tú le hará como a mí,
Esa
Que cuando no tuve plata
es la fuerte gracia negra
Te corrite de bachata,
de tu cuerpo desnudo.
Sin acoddate de mí.
Sóngoro cosongo
Signo de selva el tuyo,
sogo be;
con tus col ares rojos,
sóngoro cosongo
tus brazaletes de oro curvo,
de mamey;
y ese caimán oscuro
sóngoro, la negra
nadando en el Zambeze de tus ojos.12
baila bien.9
En 1934 un grupo de estudiantes —el martiniqués
Todo el poemario resulta transgresor y con él
Aimé Césaire, el guyanés León Gontran Damas y los
Guillén trasciende al movimiento Negrista que lo
senegaleses Léopold Sédar Senghor, Birago Diop y
precedió y se adelanta al de la Negritud que no surgiría
Ousmane Socé— funda en París la revista L’Étudiant
hasta 1934, en París.
Noir, y profiere su «gran grito negro» al proclamar su
En Sóngoro Cosongo de 1931, anticipa el discurso
«negritud» frente a la discriminación racial imperante.
poético sobre la mujer negra, con varios poemas:
Estos poetas defienden los valores del hombre negro,
«Mujer nueva» y los dos titulados «Madrigal»; también
de su cultura, de su historia e identidad, negados por
en «Rumba» y en «Secuestro de la mujer de Antonio»,
el colonialismo, por siglos de trata y de esclavitud. De
en los que se refiere a la sensualidad de la mujer
igual modo, rechazan la asimilación cultural de los
negra al bailar. La visión hegemónica masculina y
valores occidentales y la imagen paradigmática del
los mitos sobre la mujer negra son compartidos por
hombre negro como un ser salvaje e inferior.
Guillén, aunque este rompe con los cánones de belleza
Cada uno tenía su propia concepción de la Negritud,
eurocentristas.
dentro de una amplia gama de contextos e implicaciones
En «Mujer nueva», la protagonista impone su
ideológicas, por lo que se fue conformando un tejido
gracia y voluptuosidad. Recordemos que en esa época
discursivo interrelacionado y asumido, a la vez que una
prevalecen la rumba y el son, no solo en Cuba sino
poesía donde se refleja la angustia existencial ante una
también en Europa, y se destacan artistas y bailarinas
sociedad polarizada por el racismo y la discriminación.
negras, como Josephine Baker.
Senghor, apóstol del movimiento de la Negritud, lo
Con el círculo ecuatorial
define, en su primera etapa, que llega hasta los años
ceñido a la cintura como un pequeño mundo,
50, como «el conjunto de valores de civilización del
la negra, mujer nueva,
mundo negro». La Negritud, en la poesía de Senghor,
avanza en su ligera bata de serpiente.
se caracteriza por la búsqueda de una tonalidad y un
Coronada de palmas
ritmo en concordancia con el mundo negro-africano,
como una diosa recién llegada
marcados por el acompañamiento de instrumentos
el a trae la palabra inédita,
como la kora, el riti, el khalam o el balafón; muchos
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto.
de sus poemas comienzan tras acotaciones sobre
Chorro de sangre joven
el acompañamiento musical. Al respecto afirmó:
bajo un pedazo de piel fresca,
«Cuando encabezando un poema, doy una indicación
y el pie incansable
instrumental, no es por pura retórica. El mismo
para la pista profunda del tambor.10
poema puede ser recitado, salmodiado o cantado».13
Los madrigales, formas estróficas relativamente
El bardo inserta en sus poemas elementos lingüísticos
breves, eran utilizados para cantar la hermosura y las
provenientes de las lenguas serere, wolof y fulbé. Para él,
características de la mujer blanca, hasta que poetas
«los poetas negros son ante todo auditivos, cantores. Se
como Nicolás Guillén subvierten ese canon.
encuentran sometidos a la tiranía de la música interna
De tus manos gotean
y sobre todo del ritmo».14
las uñas, en un manojo de diez uvas moradas.
Los grandes temas en la obra poética de Senghor
Piel,
son la infancia africana, el amor, la belleza de la mujer
carne de tronco quemado,
negra y de la naturaleza del gran continente; llevado
que cuando naufraga en el espejo, ahúma
las algas tímidas del fondo.
por su nostalgia evoca los esplendores del pasado
11
africano como un presente dinámico, y contrasta la
Su segundo «Madrigal» va más al á. Sin caer en
civilización occidental y la vida en África. Aunque
la vulgaridad, elogia a la mujer negra como amante,
critica la trata, la conquista colonial y los excesos del
y para describir sus ojos Guillén utiliza una imagen
colonialismo, Senghor rechaza el odio y está a favor de
poco común:
la reconciliación entre Europa y África.
Tu vientre sabe más que tu cabeza
Los especialistas le atribuyen inaugurar el tema
Y tanto como tus muslos.
de la mujer negra en la poesía de expresión francesa,
Visión de la mujer negra en la poesía
139

aunque —como hemos señalado— no es así. Senghor
En su obra posterior, la mujer negra a veces
culmina sus estudios superiores en 1932 con una tesis
simboliza y evoca a la madre, y a través de el a a África,
sobre el exotismo en Baudelaire y sin duda el «poeta
como se evidencia en este fragmento del poema «Noche
maldito» ejerció sobre el senegalés una influencia aún
de Siné»:
poco estudiada.
Mujer, pon sobre mi frente tus manos balsámicas, tus
En Cantos de sombra, publicado en 1945, Senghor
manos más suaves que una piel.
reúne veinticinco poemas escritos en los diez años
En lo alto las palmas se arrul an balanceándose en la alta
anteriores. En este, el primer poemario suyo de la
brisa nocturna
Negritud, inaugura uno de los temas recurrentes de su
Apenas. Ni la canción de la nodriza.
poesía: la mujer negra —su bel eza, su sensualidad,
Que nos meza, el silencio ritmado
Escuchemos su canto, escuchemos latir nuestra sangre sombría
su erotismo—, y la dulzura de la madre africana.
escuchemos
Dicho tema emerge de manera casi permanente a lo
Latir el pulso profundo de África bajo la bruma de lejanas aldeas.16
largo de la vasta obra de Senghor, reflejo de la educación
recibida en el seno de una sociedad matriarcal como la
Su poema «Al llamado de la raza de Saba»,
serere. Su visión de la mujer-madre surge del amor filial
publicado en 1948 en su libro Hostias negras, fue escrito
—su madre era Nyilane Bakhoun, dulce mujer fulbé.
en 1936, cuando los italianos atacaron Etiopía, único
Su famoso poema «Mujer negra» no tiene fecha y se
Estado independiente africano. La voz del poeta se une
supone que fue escrito entre 1935 y 1944. De la mujer
entonces a la de los intelectuales negros del mundo,
madre, símbolo de la procreación y de la vida, pasa a
para protestar contra ese hecho vandálico. África
la mujer objeto del deseo masculino. Por otro lado, el
aparece simbolizada con la figura de la madre, en el
redescubrimiento de la bel eza de la mujer africana
verso que encabeza cada estrofa de este largo poema:
participa del revisitamiento de los valores ancestrales
¡Madre, bendita seas!
de la tierra madre, de la posibilidad del retorno a África.
Escucho tu voz, cuando entregado al silencio sospechoso
Lo negro aquí tiene una connotación personal asociada
de esta noche de Europa
Prisionero de mis sábanas blancas y frías bien estiradas, de todas
con la vida del autor, y deviene símbolo de belleza, de
las angustias que me embargan inevitablemente
amor, al contrario de la connotación que usualmente
Cuando caen sobre mí, milano súbito, el agrio pánico de
se le otorga a lo negro —como indicador de cosas
las hojas amaril as
denigrantes o negativas— en las lenguas europeas:
O la de los guerreros negros en el trueno del tornado de
los tanques
Mujer desnuda, mujer negra
Y cae su jefe con un gran grito, con un gran giro de
¡Vestida con tu color que es vida, con tu forma que es bel eza!
Todo su cuerpo.
A tu sombra crecí; la dulzura de tus manos cubría
¡Oh, Madre! Escucho tu voz enfurecida.17
mis ojos.
Y ahora, en pleno estío, en pleno mediodía, te descubro,
La nostalgia de su prima infancia en la región serere
Tierra prometida, desde la cima de una alta garganta
del Siné-Salun, mecida por los cantos de su nodriza N’ga,





[calcinada
la griota, y por Marone, la poetisa de su aldea, creadora
Y tu bel eza, como relámpago de un águila,
de más de dos mil poemas orales en lengua serere, es
me fulmina en pleno corazón.
reconocida por el poeta Senghor en los siguientes versos:
Mujer desnuda, obscura mujer
«Las poetisas del santuario me nutrieron».18 Las griotas
Maduro fruto de carne tersa, obscuro éxtasis de negro vino,
boca que vuelves lírica a mi boca
de su aldea natal simbolizan la cultura ancestral.
Sabana de puros horizontes, sabana estremecida por las
En sus poemas, además, la naturaleza se vuelve
caricias
mujer al relacionarse con el hombre. Como afirmó
fervientes del Viento del este
Jean Paul Sartre, en un ensayo de 1948, «Orfeo
Tantan esculpido, tantan tensado, rugiente bajo los dedos
negro», que sirvió de prólogo a la antología de poesía
del Vencedor
Canto espiritual de la Amada, tu grave voz de contralto.
negra y malgache realizada por Senghor ese mismo
año, el poeta tiene una relación espermática con
Mujer desnuda, obscura mujer
la naturaleza en la que la Creación es un enorme
Aceite que no riza brisa alguna, aceite suave para los flancos
del atleta, para los flancos de los príncipes de Malí
y perpetuo alumbramiento. Según Sartre, esta
Gacela de celestes ataduras, las perlas son estrel as en
unidad profunda de los símbolos vegetales y de los
la noche de tu piel
símbolos sexuales es la mayor originalidad de la
Delicias de los juegos del espíritu, los reflejos de oro púrpura de tu
poesía negra.19
piel de sombrío bril o
El río Congo, por ejemplo, aparece feminizado
A la sombra de tu cabel era, mi angustia se ilumina con los
soles cercanos de tus ojos.
para que en la visión del poeta, plena de panteísmo, se
Mujer desnuda, mujer negra
realice la unión simbólica, la cópula: signo de vida, de
Canto a tu bel eza efímera, forma que en lo Eterno fijo
fertilidad. Es una oda que recibe en serere el nombre
Antes que el Destino celoso te reduzca a cenizas para
de guimm, y que Senghor hace acompañar de tres koras
nutrir las raíces de la vida.15
y un balafón:20
140 Mirta Fernández

¡Oho! Congo ¡oho! Congo, reina acostada en tu lecho de selvas
En la poesía africana, el cantar a la mujer negra ha
sobre África domeñada
encontrado continuidad en voces como la de David
Que los falos de los montes porten en alto tu pabel ón
Diop, creador de los poemas «A una bailarina negra» y
para mi cabeza, para mi lengua, eres mujer
eres mujer para mi vientre
«Rama Kan», recogidos en su libro Pilonazos, publicado
en 1957. Ambos, por su ritmo interno, su musicalidad
[…]
y su tema, forman parte de la poesía de la Negritud,
Mi Saô mi amante de furiosos muslos,
aunque el resto de la obra poética de Diop se inscriba
de largos brazos de nenúfares plácidos
en una militancia poética a favor del cambio para
Preciosa mujer de uzugú, cuerpo de aceite incorruptible
África.
con piel de noche diamantina
Tú serena Diosa de la sonrisa desplegada sobre el impulso vertiginoso
Negra mi cálido rumor de África
de tu sangre.
Mi tierra enigmática y el fruto de mi razón
[…]
Eres baile por el placer desnudo de tu sonrisa
En el alisio, eres la fuga de la piragua sobre el impulso liso
Por la ofrenda de tus senos y tus poderes secretos.23
de tu vientre.
En «Rama Kan», Diop mantiene un ritmo corto
Claros de tu seno, islas de amor, colinas de ámbar y
y frenético, como el de la bailarina protagonista, y
de gongo.21
continúa la línea poética en la que la mirada masculina
Por otra parte, Senghor celebra el pasado de los
resalta los aspectos de la feminidad que conforman
sereres y la fundación del reino en «¡Que me acompañen
la leyenda y/o el mito de la sensualidad de la mujer
koras y balafones!», extenso poema en el que relata una
negra:
leyenda verídica de su pueblo, el cual tuvo que emigrar
Tu fiera mirada me gusta
para escapar al ataque de sus enemigos:
Y tu boca con sabor de mango
Y canta hacia las fuentes el grupo de muchachas
Rama Kan
con senos triunfantes como torres al sol
Tu cuerpo pimienta negra
¡Dieciséis años de crepúsculo! Y las mujeres alrededor de las fuentes
Hace cantar al deseo
extienden rojos paños
Rama Kan
Al pasar
[…]
Celosa está la más bel a
Mis dos hijas de delicados tobil os, princesas rodeadas
Del ritmo ardiente de tus caderas
de pesados brazaletes de pena
Rama Kan
Como campesinas. Campesinos las escoltan para ser
Si bailas
sus señores y sus súbditos
El tam-tam Rama Kan
Y entre el as, la madre de Sira-Badral, fundadora de reinos
El tenso tam-tam como un sexo victorioso
Quien será la sal de los serenes, que serán la sal de los pueblos
Jadea bajo los palpitantes dedos del griot
[salados.
Y si amas
Si amas Rama Kan
A continuación dedica a Sira-Badral, fundadora del
El tornado tiembla
reino, los siguientes versos:
En tu carne de noche relampagueante
Y me dejas lleno de tu soplo
Eres su pueblo.
¡Oh Rama Kan!24
La sombría tierra de piel fecunda, generosamente
regada por él con su tornado seminal.
Eres su esposa, recibiste la sangre serere y el tributo
Mujer negra en la poesía cubana actual
[de la sangre peul.22
En la novena parte del poema, el autor construye
Rendir homenaje a aquel as mujeres negras que
una de las más armoniosas y bel as identificaciones
criaron a sus hijos y a los de su amo y les cantaron
entre la noche africana, la Tierra y la mujer negra:
nanas o los amamantaron no solo con la leche tibia
de su seno, sino también con el fervor de sus sueños
Noche de África mi negra noche, mística y clara noche,
de libertad, de retorno a su hogar, a África, no basta.
bril ante
Reposas al ritmo de la tierra, eres la Tierra y las colinas
También hubo mujeres negras, africanas o criol as,
armoniosas
que supieron alzarse y encabezar rebeliones contra la
¡Oh bel eza clásica, no angulosa sino línea elástica
esclavitud, pero han sido escamoteadas e invisibilizadas
y elegancia espigada!
en los libros de historia.
¡Oh rostro clásico! Desde la frente abombada bajo la selva de
En la poesía cubana posterior al triunfo de la
olores y los amplios ojos oblicuos hasta la bahía graciosa
Revolución en 1959, la imagen de la mujer negra se
del mentón y
El impulso fogoso de las colinas gemelas. ¡Oh curvas de dulce rostro
da a partir de la mujer arrancada de su tierra natal,
melódico!
esclavizada, violada, torturada, cimarrona, luchadora.
¡Oh mi leona mi Bel eza negra, mi Noche negra mi Negra
Poetas cubanas contemporáneas tratan de imaginarlas
mi Desnuda!
en toda su dimensión y saludarlas. Georgina Herrera
Visión de la mujer negra en la poesía
141

dedica su poemario África a las rebeldes de antaño
Nancy Morejón, una de las grandes poetas cubanas
y de hoy, a la orisha Oshún. En el poema «Oriki a
del período revolucionario, escoge para uno de sus
mí misma», se identifica con la cimarrona Fermina
poemas la temática de la negra esclava y lo titula «Mujer
Lucumí. El pasado deviene presente dinámico y la
negra». En estos versos de juventud ya demuestra sus
poeta canta:
dotes. El poema comienza con la travesía en el mar:
Yo soy la fugitiva,
«Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron
la que estruendosamente abrió de par en par las puertas
atravesar. / La noche, no puedo recordarla./ Ni el mismo
de la casa vivienda
océano podría recordarla».27
«y cogió el monte».
La lucha por conservar la identidad se transparenta a
No hay trampa por sobre la que no haya saltado.
partir de la evocación de la tierra africana (la costa perdida)
No han encontrado nunca las huel as
que conduzcan a mi palenque.25
y la lengua; no obstante, otra identidad se va forjando poco
a poco, con el decursar del tiempo y de la vida:
Así, Georgina Herrera rinde homenaje a una
luchadora cuya gesta ha sido recogida por la memoria
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida,
oral de los cubanos: esclava yorubá, se alzó en 1843 en
ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Matanzas y encabezó la rebelión para liberarse del yugo
Y porque trabajé como una bestia,
impuesto por el sistema esclavista en la Isla. Georgina
aquí volví a nacer.
interroga:
Nancy Morejón emplea la reiteración de palabras
¿Qué amor puso la astucia en su cerebro,
y sílabas con el sonido i para lograr una musicalidad y
la furia entre sus manos?
un ritmo particular; utiliza igualmente versos cortos
¿Qué recuerdos
entre una y otra estrofa para marcar las etapas de la vida
traídos desde la tierra en que era libre
como la luz y el trueno
de la mujer esclavizada y equipararlas con la rebeldía
dieron fuerza a su brazo?
de la mujer negra que fue a la Sierra. Debemos acotar
Trata de valorar las motivaciones de esa rebelde
que este es también un procedimiento rítmico logrado
africana y de entablar un dialogo más al á, o a pesar,
al verbalizar las acciones: «me rebelé», «anduve», «me
del tiempo:
sublevé», «trabajé y mucho más», «me fui al monte»,
«bajé de la Sierra».
Válida es la nostalgia que hace poderosa
Hace igualmente un recuento de las vicisitudes de
la mano de una mujer
la mujer esclava desde que es comprada en una plaza,
hasta decapitar a su enemigo.
Diga, Fermina, ¿entonces
incluidos la posesión por parte del amo, el hijo que le
qué echaba usted de menos,
parió, la vida cotidiana: «Esta es la tierra donde padecí
cuál fue la dicha recuperada, cuando
bocabajos y azotes./ Bogué a lo largo de todos sus ríos./
volaba,
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí./
más que corría
Por casa tuve un barracón».
por los verdes abismos de caña, donde
tuvo lugar su desventura?
Une el destino de esta mujer al de los demás
esclavizados procedentes de África: «En esta misma
La reflexión sobre aquella mujer extraordinaria
tierra toqué la sangre húmeda/ y los huesos podridos
que rompió con las amarras de su sexo y condición de
de muchos otros,/ traídos a el a, o no, igual que yo».
esclava, inspiró también a Rogelio Martínez Furé, autor
Después el sujeto lírico refiere: «Ya nunca más imaginé
de «Evocación nocturna»:
el camino de Guinea», y se pregunta: «¿Era a Guinea?
Fermina Lukumí
¿A Benin? ¿Era a Madagascar? ¿O a Cabo Verde?».
capitana de cimarrones
En esa interrogación sobre sus orígenes africanos,
contempla el cielo estrel ado
Morejón une su voz a la del Poeta Nacional de Cuba,
una noche de Agosto,
y piensa, piensa…
Nicolás Guillén, quien en su poema «El apellido» se
en el hijo muerto
interroga sobre su apel ido africano perdido en el «mar
a las pocas horas de nacer
entre cadenas».28
en el marido que se colgó
El trabajo forzado sirvió para acelerar el desarrollo
de una guásima
de las nuevas sociedades en el Caribe y también para
después de un bocabajo…
en las manos sudorosas
que los esclavizados echaran raíces en la nueva tierra.
y peludas
Nancy Morejón lo reafirma en «Mujer negra»: «Trabajé
del mayoral que la forzó una noche...
mucho más./ Fundé mi mejor canto milenario y mi
y en el chorro de sangre cálida y espesa
esperanza./ Aquí construí mi mundo».
que saltó del cuel o de ese isleño
y le manchó el rostro,
El verso «Me fui al monte» sirve de transición
una noche de Agosto
temática para abordar la rebeldía de la esclava
cuando lo mató de un machetazo.26
cimarrona que se libera; la autora introduce al
142 Mirta Fernández

personaje en la lucha por la independencia nacional,
comparable a una belleza ancestral, la reina de Saba, a
en las tropas mambisas de Antonio Maceo primero y,
quien el rey Salomón dedicara el Cantar de los cantares.
luego, en la Sierra Maestra:
Vemos aquí la visión masculina sobre la mujer negra,
Mi real independencia fue el palenque
impregnada de sensualidad, en la que el color negro
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
es alabado y resaltado como símbolo de lo bello: «Tus
Solo un siglo más tarde,
senos eran manzanas de oro negro/ Tu andar, balanceo
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña,
de frondas/ de palmeras».
bajé de la Sierra.
En la tercera parte de esta descarga familiar, cuenta
El poema culmina situando a la cimarrona en la
un suceso que irá a ensombrecer el destino de Mamá
actualidad cubana, después de participar en las luchas
Encarnación hasta el final de sus días, como castigo a
por la emancipación nacional revolucionaria:
su orgullo:
para acabar con capitales y usureros,
Pero un día…
con generales y burgueses.
¡Ay, aciago día!
Ahora soy: solo hoy tenemos y creamos.
Un pobre congo enamorado
Nada nos es ajeno.
osó decirte de pasada:
«Ndumba, me gustas».
La evocación de la mujer negra, ancestro fundador
La respuesta estilete
de la familia, es lograda por Rogelio Martínez Furé con
de mi abuela
especial ternura y orgullo en «Mamá Encarnación». A
paralizó el canto
de las aves:
este poema lo l ama descarga, por las descargas de jazz
«Cada pisada mía
o por las de los raperos; resulta novedoso por su forma
Vale un doblón».
—abarca la vida de esta mujer criol a y está dividido en
partes— y por entroncar explícitamente con la poesía
El congo rechazado le echó una maldición que
africana, siempre cantada o salmodiada, y acompañada
provocó una úlcera en la pierna de la joven:
con instrumentos musicales como la kora y el balafón.
Todas las mañanas calienta
Al cantar a la abuela de su abuela, el poeta le confiere a
Agua al sol, para lavar
esta «descarga familiar» acentos épicos y crea, a partir
La sempiterna herida.
del poema, un nexo con África y con la épica malinké
«Cada pisada mía
o mandinga.
vale un doblón».
Comienza describiendo a Mamá Encarnación y
Hasta el final de sus días, cuando ya tenía nietos
explicando quién era:
y biznietos, a pesar de su belleza y de su altivez, tuvo
La abuela de mi abuela
que recordar al pobre congo enamorado. El poeta
materna, Encarnación,
nos cuenta que Mamá Encarnación murió casi tres
era negra de holán de hilo
meses antes de que él naciera, con más de cien años
y punta catalana.
de edad.
Olorosa a ilang-ilang
y pachulí
Pero todavía revoletean
Criol a hija de mandinga,
en mi casa
con altivez mandinga.
sus batas de holán de hilo
y punta catalana.
¡Ay, Encarnación Hernández!,
Olorosa a ilang-ilang
que fuiste regalada
Y pachulí…
a los cuatro años
Y el recuerdo del congo despechado
en bandeja de plata
que carimbó para siempre
a la hijita del «amo».29
su altivo paso.
El poeta, además, habla del lugar donde nació
«Cada pisada mía
Mamá Encarnación, recuerdo conservado con amor
Vale un doblón».
en la saga familiar y que, aunque nunca visto por él, le
Otro tipo de poema y de temática que surge con los
acompaña desde niño. Relata cómo fue la infancia de
poetas cubanos actuales son los cantos-poemas a los
esta mujer, pequeña esclava que «cual perrito faldero
orisha30 de la Santería, religión cubana de antecedentes
o muñeca negra de biscuit» siempre acompañaba a su
yorubá —y actualmente devota a otros manes de origen
«amita», con quien aprendió a leer y a escribir.
congo, arará o carabalí— que al actuar como núcleo duro
El poeta termina la estrofa dirigiéndose a la abuela:
de resistencia cultural ha permitido que parte de este
«Eras criolla “de flor”./ Nunca te codeaste/ con la
legado africano perviva entre nosotros, como también
negrada/ del barracón».
cantos y rezos en lenguas africanas comprensibles para
En la segunda parte, canta a la mujer, ya liberta, en
los creyentes en Cuba. Debemos señalar que el canto
que se había convertido la protagonista. La considera
a los orisha floreció en los años 40 del siglo xx en las
Visión de la mujer negra en la poesía
143

canciones populares, como «Babalú Ayé», interpretada
alfabeto fonético internacional y varios tipos de acentos
por Miguelito Valdés, o «¡Qué viva Shangó!», cantada
para marcar los tonos y, por tanto, su grafía difiere de
por Celina y Reutilio. Esta modalidad resurgió en
la utilizada corrientemente en Cuba por creyentes,
los 90, gracias a orquestas y cantantes populares, en
estudiosos y especialistas.
correspondencia con el renacer de esta religión que
¡O ri Yèyé o!
también se produjo en esa década.
Iyá mi ilé odo
Hay dos poemas a Oshún, diosa de la belleza, del
Iyá mi ilé oro
amor, de la feminidad, de las aguas dulces, que por
Gbogbo àshé
su relevancia merecen ser citados; uno de ellos es
Obini sala maa wo e
«Ochún», de Georgina Herrera:
Iyá mi ilé odo.33
Viene, desde el fondo del río con su nombre
En este canto-rezo Oshún es l amada Iyá, madre,
hasta la oril a, un pez; toca
y se le pide mucho ashé34 para el ilé o casa. Resulta
el rostro de la muchacha que se estremece.
innovador insertar en un poema un canto yorubá
Ya su fiesta de amor se ha confirmado.
africano, un suyère, conservado en Cuba con amor
Que un pez del río Ochún la roce
por los creyentes. El poeta quiere, a mi juicio, seguir
es como untarse de miel y polvos de mil flores.
El a es la diosa del amor, su carne es vencedora
la tradición cubana de dirigirse primero en «lengua»
y basta.31
a los orisha, para luego expresar la petición. Después
del canto viene el elogio y la explicación de quién es
El otro poema es «Oriki para Oshun funké», de
esta orisha y qué significado tiene para el autor del
Rogelio Martínez Furé, quien anteriormente había
poema:
traducido el «Oriki a Oshún» yorubá y lo había
publicado en Poesía anónima africana. En él, se cantan
La casa de mi Madre es el río.
los atributos de esa orisha, que no son los mismos que
Mi Madre es casa de tradiciones.
Todopoderosa.
la caracterizan en Cuba, como podemos apreciar:
Mujeres que necesitan protección
Dueña del bronce
Siempre vienen a visitarla.
Dueña de las plumas de cotorra
La casa de mi madre es el río.
Dueña del dinero
El primer verso se repite al final de la estrofa, lo que
Madre mía, eres hermosa, muy hermosa.
constituye un procedimiento muy común en la poesía
Tus ojos bril an como el bronce
africana. Por otra parte, en los versos centrales explica
Tu piel es tersa y suave
cómo Oshún concedió la maternidad a una de sus
Eres negra como el terciopelo.32
creyentes:
Oshún también es madre amorosa, y amante fiel y
sacrificada en algunos de sus avatares. Oshún Funké
Oshun arranca del racimo de niños
Que atesora en el fondo de sus aguas,
es uno de los «caminos» de esta diosa yorubá cubana.
Una niña.
Resulta necesario remarcar que Martínez Furé utiliza,
Tierno fruto de ámbar negro,
para transcribir el nombre de la orisha, una grafía no
lo siembra, con sumo cuidado,
usual en Cuba: en primer lugar hace uso de las letras sh
en el vientre luminoso
en lugar de ch; lo hace para acercarse al suave sonido en
de una cubana espigada como vara de ébano
yorubá, cuya grafía es una s con un punto debajo. Otro
y susúrrale muy quedo en el corazón:
aspecto no menos importante es que escribe Oshun,
«Oshun funké se llamará esta niña…
sin tilde, jugando con la pronunciación de los iyesá
«¡Oshun funké!»
—subgrupo yorubá de la región de Oshogbo, lugar
Esta niña será Zenaida. En su oriki, el poeta le dice:
de Nigeria donde se encuentra el santuario nacional
de esta deidad. Los iyesá llegaron en mayor número a
Oshun funké,
sutil o arrebatada.
Matanzas, la Roma lucumí de Cuba, al decir de Lydia
Canto brotador desde la más reyoya cubanía.
Cabrera, donde tuvieron un cabildo y mantienen sus
Su esbeltez, su donaire, conquistan
tradiciones y formas peculiares de pronunciar la lengua
la escena cual ayaba35
yorubá. No podemos olvidar que este importantísimo
caribeña y universal.
poeta cubano es oriundo de Matanzas.
El poema termina con una nueva invocación a
«Oriki para Oshun funké» está dedicado a Zenaida
Oshún, a que baile con la música de los shekeres,
Armenteros, primera bailarina del Conjunto Folklórico
instrumento de percusión que siempre se utiliza
Nacional de Cuba y Premio Nacional de Danza.
cuando se le canta y toca a esta diosa: «Y Oshun
Comienza con un canto-rezo para Oshún, en lengua
danza…/ Danza…/ Danza…/ ¡O ri Yèyé o!».
yorubá, pero utilizando la grafía cubana de esa lengua
En la actualidad cubana surgen otras formas de
—en la actualidad el yorubá se escribe usando el
proyectar en la poesía las marcas identitarias de los
144 Mirta Fernández

afrodescendientes; con nuevos modos de asumir y
19. Véase Jean Paul Sartre, «Orphée noir», Prólogo a Léopold Sédar
pensar las características fenotípicas de la mujer negra
Senghor, La nouvel e poésie nègre et malgache de langue française,
se combaten los estereotipos negativos construidos
Presses Universitaires de France, París, 1948.
en el pasado. Algunas protagonistas de esta rebelión
20. La kora es un instrumento mandinga creado en el siglo xiii
son mujeres jóvenes que, desde la marginalidad de la
por los griots de la región de Kabú en Senegal para acompañar
cultura hip-hop, hacen escuchar sus polémicas voces.
el poema épico Sundiata sobre el héroe fundador del imperio de
Otros poetas noveles indagan en nuestra sociedad, en
Malí, en 1235. Es un arpa-guitarra de veintiuna cuerdas de gran
y delicada sonoridad. El balafón o balafong es una marímbula de
nuestra historia, y resaltan figuras como la madre de
origen bambará, también muy antigua, utilizada para acompañar
los Maceo, Mariana Grajales, mujer negra que supo dar
los cantos épicos en esa lengua.
todos sus hijos a la patria.
21. Léopold Sédar Senghor, «Congo», Oeuvre poétique, ed. cit.,
El corpus de poemas sobre la mujer negra se renueva
pp. 101-2.
constantemente, no está agotado ni en la poesía oral
22. Léopold Sédar Senghor, «¡Que me acompañen...!», ob. cit. Peul
africana, ni en el quehacer de nuevas generaciones de
es el nombre que le dan en francés a los fulbé, pueblo que habita
poetas africanos o afrodescendientes.
en varios lugares del oeste de África.
23 . David Diop, «A una bailarina negra» (Coups de Pilon), en
Mirta Fernández Martínez, Anthologie de Littérature Africaine
Notas
d’Expression Française, Universidad de La Habana, La Habana,
1988, t. 2, p. 53.
1. Gisèle Pineau y Marie Abraham, Femmes des Antil es, Éditions
24 . David Diop, «Rama Kam» (Coups de Pilon), ob. cit., p. 61.
Stock, París, 1998, p. 10. A menos que se indique lo contrario, las
traducciones son de Mirta Fernández [N. del E.].
25. Georgina Herrera, «Oriki a mí misma», África, Ediciones
Matanzas, Matanzas, 2006, p. 5. Un oriki es un canto de alabanza,
2. Charles Baudelaire, «Sed no saciada», Les fleurs du mal,
género de la poesía yorubá de África que pervive en Cuba en los
Bibliothèque Charpentier, París, 1923, p. 51.
suyère o cantos para los orisha.
3. Charles Baudelaire, «La serpiente que baila», Les fleurs du mal,
26. Rogelio Martínez Furé, «Evocación nocturna», Briznas de la
ob. cit., p. 53.
memoria, Letras Cubanas, La Habana, 2004, p. 64.
4. Charles Baudelaire, «El cisne», Les fleurs du mal, ob. cit., p. 158.
27. Nancy Morejón, «Mujer negra», Parajes de una época, Letras
Cubanas, La Habana, 1979, pp. 18-20.
5. Oswald Durand, «Nuestras campesinas», en Silvia García Sierra,
Anthologie de Littérature Caribéenne d’Expression Française,
28. La mayoría de los descendientes de africanos ignoran el lugar
Universidad de La Habana, La Habana, 1986, p. 25.
del continente del que sus ancestros fueron arrancados, porque a
lo largo de las costas de África se establecieron factorías para el
6. Luis Palés Matos, «Danzarina africana», Poesía completa y prosa
comercio de la trata y fueron muy pocas las zonas de donde no
selecta, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1978, p. 94.
fueron extraídos esclavos, que generalmente eran muy jóvenes.
7. Luis Palés Matos, «Pueblo negro», Poesía completa..., ob. cit.,
29. Rogelio Martínez Furé, «Mamá Encarnación», Eshú (oriki a
p. 154.
mí mismo) y otras descargas, Letras Cubanas, La Habana, 2007,
8. José Zacarías Tallet, «La rumba», Poesía y prosa, Letras Cubanas
pp. 27-31.
1979, pp. 119-22.
30. Mantenemos la grafía de orisha, porque es una palabra yorubá
9. Nicolás Guillén, «Si tú supiera…», Obra poética, t. I, Letras
cuyo plural, si existe, lo ignoramos. Algunos especialistas lo
españolizan y le agregan una s.
Cubanas, La Habana, 2002, p. 84.
31. Georgina Herrera, «Ochún», África, ed. cit., p. 5.
10. Nicolás Guillén, «Mujer nueva», Obra poética, ed. cit., p. 97.
32. Rogelio Martínez Furé, «Oriki a Oshún», Poesía anónima
11. Nicolás Guillén, «Madrigal» [I], Obra poética, ed. cit., p. 98.
africana, t. 2, Arte y Literatura, La Habana, 2009, p. 157.
12. Nicolás Guillén, «Madrigal» [II], Obra poética, ed. cit., p. 98.
33. Rogelio Martínez Furé, «Oriki para Oshun funké», Eshú..., ed.
13. Léopold Sédar Senghor, Liberté 1: Négritude et humanisme, Ed.
cit., p. 86-9.
du Seuil, París, 1964, p. 167.
34. Ashé: gracia o energía que Dios confiere a todo lo que existe a
14. Ibídem, p. 161.
través de Eleguá.
15. Léopold Sédar Senghor, «Mujer negra», Oeuvre poétique, Ed.
35. Ayaba quiere decir reina en español.
du Seuil, París, 1990, p. 16.
16. Léopold Sédar Senghor, «Noche de Siné», Oeuvre poétique,
ed. cit., p. 14.
17. Léopold Sédar Senghor, «Al l amado de la raza de Saba», Oeuvre
poétique, ed. cit., p. 57.
18. Léopold Sédar Senghor, «¡Que me acompañen koras y
balafones!», Oeuvre poétique, ed. cit., p. 28-37.
Visión de la mujer negra en la poesía
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